García-Arango rechaza tener «las infraestructuras de adorno, ver si falta algo y pedir de forma airada el cromo que no está para justificar nuestra inacción»

 

Hace un año el Foro Jovellanos se planteó una estrategia para acelerar la ejecución de los ejes ferroviarios que conectan los puertos de Galicia, Asturias y Cantabria. Tocaba armar un frente, similar a Ferrmed, el grupo de presión que reclama en Madrid y Bruselas que los fondos se concentren en culminar el Corredor Mediterráneo. Aquel empuje dio forma a una Plataforma Logística que están gestionando las patronales empresariales, «con prudencia, frugalidad y mínimo gasto». Así lo señaló ayer el presidente del Foro Jovellanos, Ignacio García-Arango Cienfuegos-Jovellanos, para reclamar que «toda la sociedad se una para luchar por nuestro futuro común, y eso solo se hace a lo grande».

El exingeniero jefe de la Demarcación de Carreteras reclamó medios, estudio y «dinero, pues las guerras se ganan, como dijo Napoleón, con dinero, dinero y dinero». Para evitar que todo caiga en «la derrota y la melancolía», en nombre del Foro Jovellanos solicitó que la Plataforma «sea encabezada por los grandes empresarios, que la doten y apoyen en sus actos».

García-Arango recordó que Ferrmed está teniendo éxito en parte porque en sus actos se sitúan, en primera fila, «gentes como don Francisco Roig y don Vicente Boluda. Nuestros líderes deberían poner un poquitín de su poder y de su dinero» en una empresa que «a medio plazo tendrá beneficios» para todos.

Reclama un «empuje» a los accesos de Gijón y Avilés y «buscar nuevos caminos» para El Musel

El llamamiento lo realizó el ingeniero en la conferencia que abrió el seminario Gerardo Turiel, organizado por Mijares Abogados, y que en este curso pondrá el acento en las infraestructuras de la región. La charla de García-Arango trató sobre las comunicaciones actuales y Jovellanos, un prócer que, recordó, «quería las infraestructuras como un factor que coadyuvase al progreso económico y nosotros debemos aprovechar lo que tenemos para progresar, no para tenerlas de adorno, mirarlas, ver si falta alguna y para justificar ante nosotros mismos nuestra inacción reclamar después, más o menos airadamente, el cromo que falta».

«Si uno se instala en el círculo vicioso de la autocompasión por los agravios ajenos, se naufraga en la esterilidad, que es todo lo contrario del comportamiento racional que preconizó Jovellanos», consideró. Si el ilustrado levantara la cabeza, entiende su descendiente que «se reiría un poco» al comprobar que hay quien quiere mantener la idea de una Asturias tan aislada como la suya. «A continuación, se enfadaría», teme García-Arango, al constatar que «habíamos utilizado su memoria para congelarla y sobre la base de ella, añadir a los defectos que él quería corregir -la vanidad y el orgullo, el localismo, el corporativismo, la endogamia, el servilismo y la prepotencia- el propósito de construir un modo de vida cimentado en el resentimiento». Jovellanos ya identificó que el asturiano de su época tenía aversión al riesgo, porfiaba de lo nuevo y prefería el fracaso de toda empresa que ayudara a la aldea vecina.

Contra ello, García-Arango reclamó una planificación ordenada de la región, casi científica, que aclare si el futuro pasa por la industria pesada o no, cuál es el papel de la agricultura, un área central «desde la libertad y el consenso de todos, no por imposición del Principado», y presupuestos para sostener los objetivos acordados. Envolviendo todo este sistema solicitó «crear un marco mental que erradique nuestra tradicional aversión al emprendimiento» y una legislación que deje de ser «una selva burocrática que someta a las empresas a la política». Solo «detrás de esto, al final, van ‘mis’ infraestructuras», situó.

La ZALIA

 

Ahí urgió «un leve empuje» a los accesos de Avilés y Gijón, y «una inversión no excesiva» como la que necesitan las cercanías, una gestión de las mismas que de verdad se coordine con el autobús. De la ZALIA dijo que estos espacios requieren ante todo una «capacidad de gestión para encaminar la logística y crear negocio», algo de lo que carece el polígono actual. «No tiene esa infraestructura inmaterial, madre de todo lo demás, ni funcionando, ni siquiera como estrategia. Eso es muy más grave que sus problemas físicos», lamentó.

Y en cuanto a El Musel animó a «buscar nuevos caminos para los huecos que dejarán en él unas previsiones graneleras que se inflaron, no sé si deliberadamente o por error». Captar nuevos tráficos pasa por «competir y a la vez colaborar» con el resto del cantábrico, esquema dentro del que la autopista del mar Gijón-Nantes «no deja de ser una anécdota. La ayuda de Puertos del Estado para reactivarla está siendo impagable, pero la solución para el futuro es gestionar nosotros».