Antonio Beristain Ipiña, S.J.

By 29 de diciembre de 2009 octubre 23rd, 2020 Derecho

"Vino a Oviedo en el año 1970 como Profesor Agregado de Derecho Penal, haciéndose cargo de la parte especial de la asignatura, que se impartía en el tercer curso de la carrera.

Por su condición de sacerdote jesuita, residía en la casa que los jesuitas tenían y tienen en la calle Doctor Casal y en aquéllos años setenta eran famosas las homilías que pronunciaba en la misa de 12  los Domingos en la vecina Iglesias de Las Salesas, que aunque para algunos, en plena época franquista, eran piedra de escándalo, para muchos eran actos de valentía y clamor por las libertades públicas.

A pesar de su doble condición de jurista y religioso, siempre supo distinguir una cosa de la otra, dando al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios, hasta el punto de que en una clase que un alumno sacerdote le preguntó algo acerca de San Pablo le respondió con un ¿Quién es San Pablo?

En el año 1973, siendo yo alumno de cuarto de Derecho, me invitó (pagando él) a participar en The First International Symposium on Victimology, que se celebró en los primeros días del mes de septiembre en Jerusalem, poco antes de la guerra del Yom Kipur. Fue la primera vez en la Historia del Derecho Mundial en que se habló de la Víctima como parte fundamental en el Derecho Penal. Hoy podemos decir que gracias a él y a algún otro jurista como Hans Jessek (Presidente que fue del citado Congreso), la palabra víctima ya figura en la mayor parte de los Códigos Penales del Mundo. 

Dedicó su vida a luchar por los derechos de las víctimas o, como él los llamaba los derechos victimales, que como dijo cuando el Consejo General de la Abogacía Española le otorgó el Premio por la defensa de  los Derechos Humanos, buscan no unos derechos humanos mejores, sino “algo mejor” que los derechos humanos.

Catedrático de Derecho Penal de la Universidad de San Sebastián y Fundador del Instituto Vasco de Criminología, del que actualmente era Director Emérito, siempre supo plantar cara al terrorismo de ETA, así como a las actitudes ambiguas de los nacionalistas y de la Iglesia Vasca, de la que siempre dijo que tenía que pedir perdón a las víctimas de ETA. Lo que le valió ser suspendido a divinis por el entonces Obispo José María Setién, a quien él llamaba “Satán”.

Esa actitud valiente le supuso ser víctima de las constantes amenazas de ETA y precisar escolta para moverse por el País Vasco hasta prácticamente el día de hoy. Es de resaltar que solamente tres curas necesitaban escolta policial: García de Cortázar, el párroco de Lizarraga y Antonio Beristain. Quiero pensar que se fue tranquilo para el otro Mundo ahora que la cátedra obispal de San Sebastián la va a ocupar un Obispo que fue capaz de celebrar funerales por las víctimas de ETA, en su parroquia de Zumárraga.

En una entrevista concedida a La Nueva España el 21 de Julio del 2005 el titular de la misma resumía su lucha por los derechos de las víctimas “Antes de negociar con ETA, los terroristas deben dejar de matar y reparar a las víctimas”. Recuérdese que en esas fechas el Gobierno Español estaba en plena negociación con los terroristas.

Pero para Antonio Beristain las víctimas no sólo eran las de ETA, aunque fue por las que más se fajó. Cualquier delito genera su víctima y ésta debe de ser reparada. Para él los Jueces debían de esforzarse más en conseguir la reparación de las víctimas que en castigar al delincuente. Por ello llevaba años promoviendo La Mediación entre víctimas y delincuentes con el objetivo de reparar a la víctima, aunque el delincuente quedara sin castigo o éste se viera muy reducido.

Otros colectivos fueron objeto de la atención de Antonio Beristain, como el colectivo de los Inmigrantes. En una ocasión, en plena invasión de pateras y cayucos en las Islas Canarias, invitado por nuestro Despacho y presentado por el hoy Alcalde de Las Palmas de Gran Canaria Jerónimo Saavedra, en el Club de Prensa Canaria, impartió una charla con el título “Discriminación Positiva a los Inmigrantes”, título que por sí solo nos da idea de su pensamiento.

En fin, hemos perdido a una de esas personas que con su pensamiento y su batallar ha cambiado un poco el Mundo.

Descansa en Paz, Maestro, Amigo."

Ramón F. Mijares